sábado, 27 de marzo de 2010

QUE TEMITA CON LOS ALCALDES

En un pequeño país de Sudamérica del Sur (para que vayan descartando México) los cargos políticos empezaron a resultar pocos debido a que la población aumentaba año tras año y con ella, también lo hacia el número de vagos que querían encontrar un puesto en la política. Como todos sabemos, se define política como: “invento de personas que usan de forma espectacular la retórica como para convencer a las otras de bajo coeficiente intelectual (más conocido como “Las Masas”) que ellos deben recibir muy buenos salarios o ingresos por disimular que se preocupan por el bienestar de una nación”. Bien, el caso es que al notar aquellos políticos que estaban en el poder que cada vez eran más los competidores por los puestos de poder, decidieron crear nuevos puestos para poder combatir el hambre de puestos aburguesados, con buena paga y poco trabajo.

Fue cuando un día de verano, uno de esos políticos, preocupado por el tema, se sirvió su whisky y prendió la TV. Se puso a ver “Grand Prix” el programa español que conducía “Ramonchu”, que como es sabido, en Uruguay lo pasaban uno o dos años atrasado. ¿Sacan el programa, verdad? ¡El de las vaquillas!... Ta, ya saben cuál es. No se hagan los que no lo vieron porque todos cometimos el pecado de reírnos de cómo atropellaban gente los toros. Bueno, el tema es que este político se ponía bobo con el programa y le encantaría que hubiese uno similar en Uruguay. Fue cuando le cayó la fichita. Hacer alcaldías en ciudades del interior y barrios montevideanos (miérda, me acabo de dar cuenta que queme hace rato el país de Sudamérica, bueno, es lo que hay) para tener un gran número de cargos nuevos donde meter esa gente que podría molestar…y después organizar un Grand Prix en Uruguay donde te corra un chancho jabalí o un ñandú. Conducido, como no podía ser de otra manera, por Humberto de Vargas.

Al otro día, el político presento su proyecto y fue enseguida aprobado por ambas cámaras del Poder Legislativo y también aceptado por el Poder Ejecutivo. Claro está, que dijeron que venía de hace más tiempo hablándose el tema para no generar sospechas. Por lo tanto, para las siguientes elecciones departamentales ciertos centros urbanos tendrán alcaldes y consejeros, votados por los ciudadanos de la zona.

Ya cerca de las elecciones, en una ciudad del interior se coparon con la idea. Todo el mundo vio con buenos ojos la idea de intentar acomodarse como alcalde de la ciudad. Por lo que, casi todo el pueblo se tiro como candidato a alcalde de la ciudad. Para el cierre de las candidaturas, en la ciudad se había candidateado todas las personas menos una.

En esos tiempos, en la ciudad había más de 10 actos por día. Actos muy poco concurridos, ya que siempre el único presente era la persona que no se candidateo, que concurría porque lo llamaban como invitado especial y le pagaban el traslado (un taxi) y una comida. A este hombre lo paraban a cada rato por la calle para prometerle todo tipo de cosas, desde entregas de hijas vírgenes hasta cosas materiales como casas, yates y cepillos de dientes. Pobre guacho, fue víctima codiciada del hambre de facilidad para ganar dinero trabajando poco. Todos sabían que él era quien definía la elección, porque todos iban a votar por sí mismos y él como único ciudadano no candidateado tenía el voto de diferencia.

Ya en el día de elección, no hubo casa a la que no fue a comer un asado. No hubo vecino que no le prestara plata o le pagara una en el bar. No hubo mujer que no le pidiera que le arreglara la tubería. En fin, el favorito de la ciudad.

Todos los medios de comunicación lo siguieron cuando fue a votar. La Tv, la radio, la prensa, las viejas chusmas. Todos. Las encuestadoras daban un empate y esperaban entrevistarlo a él que prefirió no contestarle a ninguna. Ya frente a la mesa de votación, tomo su sobre, entro en el cuarto oscuro, tras un momento dentro, salió. Coloco su sobre en la urna y se retiro, callado y orgulloso por haber cumplido con su deber cívico.

Solo se contaron los votos de la mesa en que voto, porque ya se sabía que contar los de los otros circuitos era al pedo. Empezaron a contarse los votos, y siempre salía un candidato distinto. Hasta que quedo el último sobre, el que definía el ganador del circuito, la elección y el alcalde de la ciudad. Se abrió el sobre, los de la prensa empezaron a sacar fotos, las radios a trasmitir la rotura del sobre como si fuera un ataque de un equipo de fútbol, la televisión a enfocar sus cámaras sobre el sobre y las viejas chusmas a inventar teorías de por qué el hombre era soltero. Tras la apertura del sobre, la presidenta de mesa se dispuso a meter su mano. Tocó un papel adentro, lo tomó y lo sacó. La gente quedo atónita, era un papel de cuaderno doblado y con algo escrito dentro. La presidenta de mesa lo desdoblo, se puso sus gafas y lo leyó en voz alta: “MUCHAS GRACIAS A TODOS, PERO YO SIEMPRE VOTO ANULADO. SOY ANARQUISTA”.

Al fin y al cabo, esa ciudad se repartió los días de la alcaldía. Cada candidato iba a tener su día para gobernar. Iban sorteando gente y la que le tocaba gobernaba al otro día honorariamente. O sea, cualquier pelotudez.

¿Por qué tomaron esa decisión en vez de no poner ninguna alcaldía? Porque si no no podían participar en el Grand Prix.