miércoles, 5 de octubre de 2011

Fatality

La rutina de fin de año, una vez más, me ubicaba frente al televisor en calzoncillos y camisa, tomando una botella pequeña de cerveza. Era 31 y pocas las horas que me separaban de un nuevo año. Una vez más, la TV puesta en TyC Sports viendo los especiales de fútbol. Excelente programa con las mejores patadas, burradas, jugadas y goles de distintos años.

Todo era más que disfrutable, hasta que lo disfrutable paso a ser monumental. Temporada 2000/2001, aquel gol de Rivaldo al Valencia. Una chilena fantástica, digna de aplausos a pie. ¡Cómo amortiguo el balón con el pecho y que celestial pirueta! Un golazo de antropología... Antología, digo.

A tan solo pocos minutos del fin del día, encontré mi meta para el nuevo año: Que me salga la chilena de Rivaldo. Se hicieron las doce, me agarre flor de pedo y lo mismo de siempre: sexo, droga y rock & roll por las calles... Mientras yo dormía debido a mi estado.

Por la tarde del primero, me fui a dar una vuelta con la pelota bajo el brazo, a lo gurí. La idea era encontrar a unos pibes chicos para que me hagan de asistentes, de esos que quedan sueltos por ahí mientras los padres toman vino y whisky haciendo el asado o el lechón, descuidando a una juventud joven totalmente inocente y ajena a los peligros de las calles del primero de año. Encontré a dos niños, a quienes contrate por unos “peditos de vieja”.

Estuvimos toda la tarde prácticando. En los últimos intentos (recién) me salieron piruetas preciosas, pero en ninguna le pude dar a la bola. Al fin y al cabo, los niños se fueron cuando los padres con resaca recordaron el “Estigma de los nueve meses”. Los siguientes días continué practicando la chilena pero sin suerte. Hasta que termine internado con la espalda rota ante una mal caída.

Meses en reposo terminaron al fin. Salí a tomar un poco de aire fuera de ese encierro que cuando estoy bien no me molesta, pero es interminable cuando si es un reposo obligado (la disconformidad del ser humano). El mundo exterior parecía igual, pero en realidad en estos meses creció de nuevo la delincuencia y no me tocó quedar por fuera del censo de la estadística delictiva.

Un delincuente vino por detrás y apoyo la punta de su arma en mi espalda. “La guita o te hago gratis el agujero para el pircing”. Cagado hasta las patas, como todo hombre valiente en mi posición, quedé congelado. El malandro volvió a insistir y empujar. No sé si fue del susto o simplemente fue un don que nunca explote en las artes marciales, cuando eché la espalda para atrás, pegué un salto...¡Y me mande la chilena! En pleno “marote” del rapiñero dio mi pie, dejando al malvado inconsciente en el suelo con una pistolita de agua tirada a su lado.

Enseguida, un auto lujoso con vidrios polarizados estaciono siguiente a mí. Se bajo un nipón con un traje gris y vino directamente a estrechar mi mano. “Lo vi todo”, dijo, “Tengo acciones en la Mortal Kombat, me interesaría que tu pirueta sea utilizada por alguno de los personajes de nuestra saga”. Respondí que sí, con todo gusto le dejaba usar (por un buen precio) mi “patada en chilena” para un personaje como Kung Lao. El japonés río, y dijo: “Tenía pensado que sea para Sonya Blade”.