miércoles, 16 de febrero de 2011

El Hombrizón; mitad perro, mitad hombre (o mitad hombre, mitad perro)

Cuenta la no tan antigua leyenda, que en campos cercanos a la ciudad de Libertad en Uruguay, una familia de bien poseía una pareja de collies. La hembra esperaba por vez primera dar a luz por lo que ya había armado un lugarcito cálido dentro de un pequeño galpón.

Fue un miércoles 13, por la noche mientras llovía y el viento parecía querer avisar algo, que la perra comenzó a extraer la vida de sus entrañas. El primer cachorro, fue varón, el segundo también, el tercero, bien machito, el cuarto, también de género masculino, el quinto también, el sexto, no fue la excepción… y el séptimo, cachorro varón.

El séptimo cachorro fue el único que se quedo toda su vida con los padres, los demás fueron regalados o vendidos. Esté aprendió las tareas del campo y como buen perro se dejo domesticar, cuidaba a los niños, ordenaba a las ovejas y siempre acompañaba a sus amos a hacer cualquier tarea.

Pero, los viernes y sábados por las noches, el pobre perro sufría una dolorosa transformación que lo llevaba a convertirse en el “Hombrizón”, el perro bestia, mitad perro, mitad hombre.

Esos viernes y sábados, luego de la transformación encendía su moto con el caño de escape recortado y aceleraba haciendo ruido mirando la Luna. Partía luego de su hogar al centro de la ciudad, metiendo bochinche. Las personas que allí habitaban miraban atemorizados por las ventanas como llegaba el “Hombrizón” con el pelo rubio teñido y mirada desafiante. Las pocas personas que se lo cruzaban por las noches sufrían su mirada o su pedido de una moneda “pa´tomar ese vino”.

Se dice que él, recorre las calles en busca de semejantes, y a veces de hembras humanas con las cuales buscar placer sin más protección que la buena suerte. También, se dice que la única forma de eliminarlos es con un miguelito bendecido que le pinche la moto o con una educación secundaria adecuada… se dice.

Al amanecer, el “Hombrizón” vuelve a sus aposentos y a su forma original. Cuando es llamado por su dueño a comer, él responde rápidamente y el amo repite la misma frase de siempre: “Parece que entiende cuando le hablo”.

3 comentarios:

  1. siguiéndote.... ya te voy a leer con más atención, I promise :)

    ResponderEliminar
  2. muy interesante, con tiempo vamos a ir leyendo para atrás.

    salú!
    y buena vida...
    f

    ResponderEliminar