domingo, 11 de julio de 2010

Para ser Espía: "Cultura Mundo"


Escuché "Judy is a punk" de los Ramones, y no sé por qué, me acordé de O.G. Peninball Paiva (1873-2003). Agente secreto de la CIA hace varios años, tal vez, el más grande de todos los tiempos. Lo más seguro que no lo conozcan, lo que quiere decir que hizo su trabajo bien. Varias veces operado para verse joven y congelado en la segunda guerra. Entre sus hitos fue quien entreno a James Bond y Mata Hari (exnovia), dividió Checoslovaquia, encontró a Mussolini, a Wally y el talento de J. K. Rowling, además de evitar la guerra civil argentina de los ´90 (Peronistas vs. Peronistas, no se conoce el hecho, porque lo evito).
Un “Maestro del Disfraz”. Fue tan bueno que hasta creo un método actoral, en el cual explicaba como enrolarse en el personaje. Cuando lo invento, estaba en una misión con el nombre: Stanislavski. Era tan bueno, que engaño a los propios masones, integrando una logia sin ser invitado. Para entrar en el personaje, estudiaba la cultura con la cual coincidía el perfil.
Su fin llega de la manera menos pensada. En una misión buscando desbaratar un plan católico-terrorista-jesuita (que consistía en la destrucción del Castillo de Piria en Uruguay, por sospecha de que allí se realizaba Magia Negra Tupamara Republicana Legal) tuvo que contactarse con los líderes terroristas haciendo pasar por Osvaldo Jorge Pérez Washington; un paisano tradicionalista mercenario de derecha.
Su contacto con los malhechores tenía que ser llevado a cabo en una pequeña localidad. Libertad, era el punto acordado, más específicamente en un bar céntrico. La hora pactada era las 17, pero nuestro espía llega a las 18 para no levantar la sospecha de que no era uruguayo. Los tres terroristas católico-jesuitas y Peninball se sentaron en una mesa contra la ventana. En la primera media hora, no se hablo más que del Maracanazo, Gardel, la vuelta ciclista y de las tradicionales divisas. Para más tarde pasar a una partida de truco (con muestra), dónde nuestro espía gana con inteligencia y hasta conociendo las señas del mismo; cabe decir que tenía un “bastillo” bajo la manga.
La cosa venía bien, pero O.G. Peninball Paiva cometió el único error en su vida. Llega el mozo preguntando que se iban a servir los señores. Los terroristas pidieron un whisky, una grapa con limón y un vino lija. Nuestro espía, con la intención de seguir pasando desapercibido como un oriental más, señala al mozo y ordenó:
-Un mate... con hielo
Lo fulminaron con un Rémington en ese mismo momento.

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