miércoles, 2 de marzo de 2011

Dandy de Verano

Mario Machado, era un poeta borracho, un romántico del siglo XXI, un estilo de Dandy de verano. De esos que se hacen los superados, los contra y terminan acampando por Punta del Diablo, Valizas y hasta a veces, en La Paloma. Marito ya había estado con su vestimenta negra formal y desprolija por las costas rochenses y como todavía quedaba verano se vino hasta un balneario maragato de nombre Kiyú. De altas barrancas y vista hermosa al Río de la Plata era imposible ser infeliz. Y un Dandy necesita ser infeliz.

Apenas llego se tomó todo lo que encontró. Desde vino lija hasta el sudor de calcetines usados por un borracho de vodka que caminaba por la arena sin los zapatos. Bebía alcohol a cualquier hora. Pasaba borracho y recitando poemas propios, de crueldad y soledad, de días grises y de calores calurosamente calurosos en los que la gente iban siempre a las mismas playas.

Pero un día, tirado por una de las calles de Kiyú (ni siquiera en la playa se acostaba el amargado), vio pasar a una mujer de bella figura a una buena velocidad bajando por una de las calles. Hasta a un Dandy le gusta el sexo, aunque diga que es solo cosa de carne, así que fue tras de la mina.

Corriendo, intento llamar su atención recitando poesías de amor entre un respiro y otro. La mina seguía corriendo por la calle, sin prestarle atención. Él le gritaba que no hulla, que sus intenciones no eran más que las de un caballero, pero ni bola. La siguió hasta que la muchacha se detuvo frente a una barranca mirando hacia el mar.

Mario llego junto a ella, y empezó a hablarle sin recibir ninguna respuesta. Prosiguió y prosiguió, pero sin suerte. Entonces probó poniéndose un calzoncillo en la cabeza, nada. Imitó a chetos de la capital hablando de “Gorda”, sobre el “Gym”, el “Auto de Papá” y Nah pasó. Una vez más cambió de estrategia, y empezó a hacer sombras chinescas con la luz del sol. Hizo algunas cómicas y otras obscenas, pero tampoco provocó ningún efecto en la muchacha, que le daba la espalda estática mirando el agua.

Ya caliente, Mario empezó a gritar: “¡No te hagas la chota! ¡A vos te hablo!”. Se acerco, la tomó de los hombros, la dio vuelta y… se dio cuenta que era un maniquí con rueditas que seguramente se cayó de un avión comercial que sufrió un ataque terrorista por parte de la Liga de las Sombras. Pero esto último no lo crean del todo porque lo invente para darle un final medió inverosímil a una historia simple que buscaba dejar mal a esas personas que se quieren hacer ver y actúan como estúpidos delante de las mujeres.

Auspició “Uruguay Natural”. Visite Uruguay.

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