miércoles, 16 de marzo de 2011

El Matador de la Remera del Pato Darwing

Yo era un desgraciado. No solo era un perro de la calle que se arrastraba por un pedazo de pan, que de última, el Estado te lo brinda. Lo mío era algo peor, un tipo de la calle que estaba solo, con todo lo que eso significa. ¡No sea nabo! No hablo de la amistad, eso es como la salud y el propio dinero, van y vienen. Hablo de la parte cachonda de la vida, je je.

¡Vos! ¡Sí, vos! Vos me entendés. Esa risa socarrona no la escondes así nomás. ¡Ah! ¡Pillín! Bueno, como iba a diciendo, me faltaba eso. Y para un tipo de mi edad como para cualquier persona, es difícil una vez que se probó eso, dejarlo… Las minas no me daban pelota. Listo, lo dije.

Pero mi suerte cambió, no porque fui a la iglesia esa que está en los cines. ¡No! Sino porque un día en un basurero encontré una remera con la cara del Pato Darwing estampada. Esa remera cambió mi vida. La primera vez que me la puse vi una sonrisa de una mujer luego de cuatro años. No cualquier sonrisa, sino de esas que uno siente que le dicen “¡Opa! ¡Galán!”. Pero bueno, no me ilusione y pensé que solo era una mala pasada de mi mente.

Esa misma noche, tenía ganas de tomarme una copa y luego de rescatar unos pesos me fui a un bar bastante prolijo. Me senté en la barra y pedí un whisky (como siempre). Con el vaso en la mano y de vez en cuando tambaleando la mano para sentir el sonido de los hielos, giré la vista alrededor del lugar. Noté algo distinto, las mujeres me miraban y algunas hasta me tiraban besos o guiñadas.

Una de ellas se me acercó y se me insinuó, pero le dije que no sea mala conmigo, que si quería tomarle el pelo a alguien sea a otro. También tengo sentimientos a pesar de todo. La mina me miró con cara rara y se fue por donde vino. Me di cuenta que había cometido un error cuando una segunda chica muy sensual, no solo se me insinuó sino que me dejo ver más de lo que esperaba ver esa noche.

La historia no la voy a seguir porque está publicación se lee en el Horario de Protección al Menor, pero pueden imaginar que paso. Seguí saliendo varias noches más, y en todas salí de ganador. Sé que fue gracias a la remera. Porque la verdad, era la única remera de hombre que queda en esta época. Los pibes y jóvenes de hoy andan con remeritas apretadas o muy sueltas de color rosa o violeta con garabatos o dibujos muy pocos hombres. La ropa de hombre de hoy no viene para hombres, y eso las mujeres lo han empezado a notar.

Mientras ustedes no se aviven, yo sigo ganando con mi remera del Pato Darwing.

3 comentarios:

  1. Vaya, eso si que fue una lección de selección natural

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  2. excelente, estimado señor mojarra!

    se va superando.

    salú!
    y buena vida...
    f

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  3. ps: la palabra de verificación la elige usted?
    porque salió cogieses

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