viernes, 11 de marzo de 2011

¿Ghostbusters?

Me había disfrazado de Cazafantasmas para una fiesta que organizaba un amigo. Y como yo no sigo esa política de tener vehículo a motor de mi propiedad (sobretodo por no tener los ingresos para desarrollar esa política) esperaba el ómnibus que me trasladaría hasta el lugar del evento festivo.

Como decía, parado en la garita con una mochila disparadora de protones y mi trampa subcionadora de ectoplasma, tranquilo, “achicando al bondi”. De repente, una joven y sensual mujer de veinte y pocos años, en trapos menores, interrumpió la monotonía de la noche con un grito. “¡Usted! ¡Justo a quien necesitaba!”.

Mi sorpresa no fue menor porque soy consciente que lo que estaba pasando no era normal, pero reconocía que me veía bien con el mameluco y la mochila.

“Tiene que acompañarme al cuarto del hotel”. No soy ningún bobo, así que viché mi billetera, vi que tenía “globito” y algo de plata por lo que acepté a acompañar a la dama.

Ya en el cuarto del hotel, un cadáver de un bastante veterano señor yacía en la cama, y sobrevolándolo estaba la misma figura mucho más pálida… en fin, el fantasma del muerto.

Por lo visto, al veterano le dio un paro cardíaco mientras la muchacha le daba un par de “masajes”. Pero el señor, no quería morirse porque le había prometido a su señora (que por supuesto no era la guacha con poca ropa) que esa noche iba a volver a casa, y además que mañana tenía que pagar la cuenta del celular. También contaba el espectro que quería que el final de su vida fuese en su propia casa para que lo velen allí y por lo tanto ahorrarse gastar en el servicio que podría brindar una empresa fúnebre.

Así como así, el viejo no aceptaba morirse y mucho menos irse al cielo, y la guacha quería que yo lo capturase para que no ande un fantasma suelto por ahí. No tenía ni idea de cómo encargarme de él, pero quería quedar como un “cra” frente a la mina. Entonces empecé a conversarle al fantasma del viejo, le dije que si yo estaba en su lugar rajaba, ya que con lo insegura que está la cosa, más vale morirse antes de que lo maten. Pero no hubo caso.

Cambié de estrategia, fui a hacerle la oreja a la guacha y la convencí de que vaya a la casa del viejo, matará a la mujer y a la media hora, el fantasma de la doña ya se estaba llevando al espectro del veterano. Problema resuelto, la guacha se despidió con un beso, me dejo su número de teléfono y yo me tome un taxi para ir a la fiesta porque con todo lo que había pasado ya a esa hora para encontrar un ómnibus hay que ser Superman, y yo ya estaba de Cazafantasmas.

2 comentarios:

  1. Qué final feliz.
    Para vos y la mina. Y el viejo con su mujer.
    Abrazo.

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  2. Muy Bueno segui asi



    soy Matias Gorfain xP

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